Luis I |
Tras la abdicación de Felipe V a
los 40 años de edad, al fundador de la dinastía de los borbones en España, le
sucedió su hijo mayor, con el nombre de Luis I , conocido por el apelativo de
“el Bien Amado”. Este fue el primer Príncipe de Asturias, y según las crónicas
de la época, era “feo, larguirucho y
enclenque” y como todos los borbones, aficionado a la caza y a ir de putas,
antes que a ocuparse de los asuntos de gobierno.
Murió prematuramente, de unas
viruelas, a los siete meses de su reinado, volviendo a “reinar” su padre, ya
vimos en qué condiciones en la primera entrega de las Historias Borbónicas. Si
bien de Luis I lo más destacable eran sus juergas y cacerías (¿de qué nos
sonará?), su señora, Luisa Isabel de Orleans hija de Francisca María de Borbón
(hija ilegítima de Luis XIV. Otra afición borbónica: la siembra de bastardos),
resultó ser esquizofrénica, y con una conducta exhibicionista (se paseaba
desnuda frente a sus criados) y con gran afición a la bebida, todo lo cual hizo
que se recomendara en varias ocasiones su reclusión. No hizo falta: con la
muerte prematura del rey, se le empaquetó de vuelta a Francia y hasta más ver.
Tras la muerte de Felipe V, y
dado que Luis I no tuvo herederos, subió al trono su hermano, Fernando VI, que
fue titular de la corona, durante trece años, de 1746 a 1759. Este Borbón era
bajito y tenía una enorme y ancha frente.
Fernando VI |
Lo casaron con Bárbara de Braganza,
hija del rey de Portugal, Juan V, la cual era espantosamente fea. Tan fea era,
que durante meses la corte portuguesa se negó a enviar su retrato como era
costumbre al fijar su compromiso.
Era fea, pero resultó tremendamente culta.
Aunque durante toda su vida estuvo preocupada por cuál sería su situación en
caso de enviudar, por lo que se le empezó a conocer por el cobro de prebendas y
comisiones a embajadores y cortesanos (¿no nos suena?), hasta el punto de que
al morir (antes que el rey) se encontraron en su cuarto, acumulados, 72
millones de la época, mientras las finanzas del reino estaban en la más
absoluta bancarrota.
Barbara de Braganza |
Fernando VI, comenzó pronto a
sufrir ataques de “locura melancólica” se decía (en términos actuales depresión
esquizoide), del mismo tipo que los de su padre, con comportamientos igual de
enloquecidos. De nuevo fue contratado Farinelli para cantar nanas al rey, lo
que resultó insuficiente para la heredada tara borbónica. Al igual que su
padre, se recluía en su cama, no se
lavaba, defecaba igualmente en la cama, aunque la variante con respecto a
Felipe V es que lanzaba sus heces a los colaboradores y criados.
Antes de enloquecer del todo, su
único interés, era la música y la caza, y su furor sexual tal, que al igual que
hizo su padre con su madre, martirizó a su mujer Bárbara de Braganza, con sus
encuentros sexuales durante su agonía.
Al enviudar, no hablaba y estuvo
un año sin cambiarse de ropa y sin acostarse en una cama. Perdió totalmente la
razón y fue manejado por sus cortesanos (la casta de la época). Murió un año
después, en 1759, a la edad de 47 años.
Ya llevamos tres borbones, de
vidas poco edificantes y ejemplares, pero todavía podía ser peor…(por cierto que aunque no existía el photoshop, los pintores reales eran consumados maestros del retoque, y la adulación).....CONTINUARÁ.
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