Trascurridos
diez años de los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid, en "El
Mundo", el medio de comunicación que alentó hasta extremos insospechados
la teoría de la conspiración, algunas cosas han cambiado. Entre ellas, que
su director de entonces y uno de los principales artífices de dicha teoría, el
todopoderoso y temido Pedro J. Ramírez, haya sido destituido recientemente.
Con un nuevo
director, la entrevista al juez Gómez Bermúdez en vísperas del décimo
aniversario del 11-M, daba
señales de que algo podía estar cambiando al respecto en “El Mundo”. Y, en
cierta manera, así ha sido, aunque no del todo, ni en lo fundamental.
Hoy, en su editorial titulado El 11-M cierra heridas pero no nos
libera de seguir buscando la verdad, señala que “han sabido reconocer
algunos errores, cosa que otros no han hecho” y que “después de diez años, algunas cosas han
quedado claras. Los suicidas de Leganés formaron parte del comando que cometió
el atentado. No hubo ninguna participación ni directa, ni indirecta, de ningún
partido político en la masacre. Tampoco existió una conjura policial con fines
políticos en la realización del atentado. Sin embargo, las zonas oscuras siguen
existiendo”. Finalizando, celebrando la unión
de las víctimas, como un primer paso hacia un posible “consenso” sobre los
hechos, “pero no sobre la base del silencio, sino sobre la de la
investigación de la verdad”.
A pesar de esta insistencia en
seguir persiguiendo esa “verdad no oficial”, sería injusto no reconocer en
estas palabras que algo ha cambiado. Sin embargo, lo que no ha cambiado, es que
sigan sin pedir perdón a todas aquellas personas a las que tanto daño han provocado durante estos años, con esos "errores" cometidos (y hoy algunos asumidos) en la búsqueda de esa "verdad".
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